¿Cómo de emocionante puede ser el departamento de parques y recreaciones en una pequeña y nada ejemplar ciudad de Indiana (Estados Unidos)? Parks and Recreation, emitida entre 2009 y 2015, nos cuenta la historia de cómo entre las paredes de esa oficina se conocieron, soportaron y quisieron un variopinto grupo de funcionarios del ayuntamiento, quienes nos harán reír y, a través de un guión inteligente y sagaz, nos mantendrán enganchados a esta popular sitcom que, en clave de humor, habla sobre improbables amistades, trabajo en equipo y perseverancia en nuestras luchas.
En formato de falso documental, como la también exitosa Modern family, Parks narra la historia de esta particular familia de colegas de trabajo que poco o nada tienen que ver. Principalmente, el foco está en Leslie Knope (Amy Poehler, también productora, y ganadora de un Globo de Oro por su actuación) quien es la subdirectora del departamento, una mujer optimista, amiga de sus amigos (a veces con demasiada intensidad) extremadamente perfeccionista y amante de su trabajo, del Gobierno, de los gofres, de las listas de pros y contras, las reuniones y principalmente de su ciudad, Pawnee, que mitifica y a la que pretende sacar adelante contra toda adversidad, incluida la de sus propios y no muy colaboradores conciudadanos. Sobre ella, su jefe y director del departamento de parques, Ron Swanson (Nick Offerman), es un hombre de pocas palabras y bigote prominente, conservador, libertario, apasionado de la caza y la carpintería, que presume de que nadie conoce su dirección y huye de los lazos personales. Por debajo de ambos, Tom Haverford (Aziz Ansari), quien gusta del lujo, las marcas y parecerse a las celebrities de moda, de humor sarcástico, y que preferirá favorecerse a sí mismo que a los demás; Donna Meagle (Retta), una mujer confiada en sí misma, segura, directa y que comparte con Tom su amor por los lujos y la buena vida; April Ludgate (Aubrey Plaza), estudiante a la par que becaria del departamento, aunque sin mucho entusiasmo, de humor negro, gustos algo tenebrosos y orgullosamente apática; y Jerry Gergich (Jim O'Heir), el inocente, cenizo y bobalicón blanco de todas las bromas del equipo. Junto a ellos, Ann Perkins (Rashida Jones), la mejor amiga de Leslie y enfermera, Andy Dwyer (Chris Pratt), en principio novio de Ann y vocalista de la banda Mouse Rat, y el arquitecto Mark Brendanawicz (Paul Schneider). Además, en la tercera temporada llegan a Pawnee los auditores Chris Traeger (Rob Lowe), adicto al deporte y al optimismo extremo, y Ben Wyatt (Adam Scott), de carácter tranquilo y gustos frikis.
Este variopinto grupo de compañeros es interpretado por un reparto excelente e insustituible, que se adapta camaleónicamente a las manías, gestos, entonaciones e incluso miradas recurrentes de sus personajes, en función de las carismáticas personalidades de éstos, quienes denotan estar cuidados al detalle, construidos con esmero y brillantemente pulidos. Sin perder lo que amamos de ellos, sus virtudes y defectos exagerados, su certera evolución en el guión hace que hasta el que menos protagonismo ostente nos llegue directo al corazón. Es este cariño que destila la serie el que provoca que apostemos por sus personajes con confianza ciega, y les acompañemos sin dudarlo en estas siete temporadas en las que a base de echar horas en la oficina y ceder un poco en sus obcecaciones, consiguen derribar sus prejuicios y desencuentros para hacer piña y convertirse, por mucho que le pese a Ron, en un auténtico equipo. Un equipo que se encontraría cojo, no ya en el departamento, sino en sus propias vidas, sin uno de ellos, pues lo que en principio eran meros compañeros de oficina poco a poco, entre risas y emociones, se convertirán en amigos y fieles camaradas en las carreras que emprendan unos u otros, como cuando Tom decide abrir una tienda o Leslie presentarse a concejal, y todos echan una mano como pueden de manera incondicional.
Es en esos lazos imprevisibles que crean entre ellos, a raíz de luchar contra todos los demás por el bien de los parques de la ciudad, cuando descubrimos que nuestro pequeño grupo es capaz de avanzar, de no quedarse estanco como los personajes de otras comedias de situación, sino de cambiar o quizás sacar a la luz lo que solo necesitaba un poco de tiempo para aflorar.
Son ya conocidas y adoradas por los fans las perlas de Ron (“cuanto menos sé acerca de los asuntos de otras personas, más feliz soy. No estoy interesado en preocuparme por las personas. Una vez trabajé con un tipo por tres años y ni siquiera me aprendí su nombre. El mejor amigo que tuve. Seguimos sin hablarnos cada tanto”). Sin embargo, su amistad con Leslie, la más opuesta a él por ser esencialmente extrovertida y admiradora del Gobierno, es la más conmovedora que he visto en una serie desde hace tiempo, y hay episodios sublimes de cómo ellos dos se enfrentan por su forma de pensar o hacer las cosas, pero acaban recordando lo que admiran y respetan el uno del otro y el cariño que, a pesar de todo, se profesan. O April, quien con sus miradas asesinas y actitud fría provocaría la huida de muchos pero que, aun siendo siempre ella misma, se acaba preocupando por su propio futuro (gracias a la perseverancia de Leslie) y hasta encariñándose y ayudando a los demás cuando la necesitan. El espectador es testigo de cómo la amistad tan particular que nace entre todos es lo que verdaderamente da vida a la oficina en la que trabajan, y no podemos evitar cuestionarnos si en algún lugar existe un equipo tan idílico como éste. Mientras eso ocurre, el brillante guión (de los creadores de The Office y The good place) no nos permite olvidar la esencia de los personajes en su exquisita individualidad y lo que los hace tan distintivos. Así pues, no me acabo de explicar cómo los escritores no han recibido ningún Globo de Oro por su magistral trabajo.
En cuanto al gran reto de cualquier producto televisivo, la serie aguanta el paso del tiempo exitosamente, asegurando al espectador innumerables carcajadas con su guión estelar, cargado de diálogos y escenas hilarantes, que me han tenido literalmente rebobinando la pantalla para volver a disfrutarlas. Sin embargo, en mi opinión, según se aproxima el final se nota cierta relajación en el humor que caracteriza a Parks, en pos de ir culminando la historia, resultando en un broche demasiado azucarado para mi gusto, alejado de la heterogeneidad de los personajes, pues pareciera que todos han de acabar con el mismo final feliz convencional. Aún así, es un pormenor en una serie que rebosa virtudes, como es también utilizar su humor para hacer una crítica satírica y certera sobre la política (y los políticos), el arduo gobierno aun en una ciudad tan insignificante como Pawnee, la injusticia y sinsentido (a veces) de la voluntad común, el feminismo en la actualidad, y un largo etcétera que hará las delicias del espectador por la inteligencia e ingenio con que se ha llevado a cabo, como el concurso de tartas de mujeres de políticos al que Leslie no quiere presentarse por principios, y que haga lo que haga acabará levantando ampollas a toda clase de grupos reivindicativos a su alrededor, o cómo tiene, en toda su carrera en el Gobierno, el foco de los medios siempre encima, muchas veces malinterpretando sus actos y tergiversando la realidad.
No puedo más que recomendaros que deis una merecida oportunidad a Parks and Recreation (en España, disponible en Amazon Prime Video), siempre en versión original para disfrutar de las imperdibles voces de sus actores. "Three words for you: Treat Yo Self!"